Pobres urbanos y prueba urbana: identificando posiciones estructurales a partir de la experiencia de habitar en un barrio de la comuna de La Pintana

Existe acuerdo al interior de la literatura especializada en sostener que variables como el momento histórico/político de constitución de un barrio o de un sector, la densidad de su tejido social, los niveles de inseguridad, una localización que facilita, o al contrario, dificulta la vida cotidiana por la proximidad o distancia a redes de apoyo, servicios públicos, equipamiento, conectividad y fuentes laborales, influirían en la mayor o menor satisfacción de familias pobres con su experiencia urbana (Espinoza, 1988, De Ramón, 2000, Garcés, 2003, Márquez, 2008). Sin embargo, y a pesar de estas consideraciones, las desigualdades inducidas por el modelo de producción de la ciudad actual en lo referido a cualidades de la vivienda, características del hábitat residencial y calidad de vida urbana general de la población de bajos ingresos, indican que, lo que el sociólogo contemporáneo Danilo Martuccelli denomina “la prueba urbana” (2006b), constituye una tensión a la que, con diferentes grados de intensidad, los pobres de la ciudad de Santiago se ven singularmente confrontados. Para Allouani (2007) la prueba urbana aborda el problema del vínculo que debe establecerse entre dos lugares distantes: lo global, lugar de integración y de segregación, y lo local, lugar de inversión afectiva. Para el individuo, se trata de gestionar, por una parte, la tensión entre la movilidad espacial y su control, y por otra, el anclaje, es decir el compromiso y la integración sobre el lugar de habitación.